viernes, 29 de abril de 2011

Regina

Entrada la noche cuando llego a casa ella me recibe con el rugido de un dragón y una salva de artillería, que manera tan protocolar de recibirme. Y pensar cuantos hay profesando que me case con una turra.

La mayor parte de las personas hablan porque la humanidad fue bendecida con la capacidad del habla. Como serán aquellos, los desfachatados, que hablan pestes de mi maravillosa compañera. Todos los días me endulza el alma con sus bellas palabras violentas, no pasa un dia sin recordarme mis fracasos, pero sé que lo hace para motivar mi progreso. Es tan bondadosa que decidió sacrificar sus días a las labores tan arduas de mantener el mono ambiente en el que vivimos medianamente limpio.

Como podría yo pensar siquiera en quejarme de tan inmaculada mujer. Ella comprende mi cansancio mejor que nadie por eso me deja lavar la ropa los domingos y satisface sus necesidades carnales con otros hombres, dulce mía todo lo hace para no enfermarme del estómago.

Y que puedo decir mis amigos, solamente dejar en claro que ya sé que mi mujer aparte de puta es mala persona. Pero bueno, ya se va a morir algún día.