Se me consume el cigarro en la mano mientras los minutos pasan irremediablemente delante de mis ojos perdidos en algún punto del universo, resuena en mi cabeza aquella canción que habla de un loco. Me pregunto si algún día lo podre ver transitando la ciudad, si los semáforos me regalaran tres luces celestes y tendré una golondrina por motor en mi ilusión súper sport.
Deja de llorar el cielo y el sol pelea por salir de entre las nubes para brindarme el marco perfecto para mi retorno, pero los pies me pesan para caminar. Volver es lo que debo hacer, pero la vergüenza de mi partida está muy fresca en mi mente, recuerdo porque me fui y no comprendo porque quiero volver. En la lejanía los recuerdos me atormentaban con imágenes felices de días de antaño, pero ahora que estoy tan cerca comienzo a dudar si volver podrá calmar mi corazón agitado. Volver a verla podría matarme pero no verla me esta asesinando, su indiferencia el día de mi partida fue un claro dibujo de su desdén, no sé porque la ame tanto y menos aun comprendo porque aun la amo.
El corazón juega con la mente, la trastorna asta niveles desconocidos consiguiendo aplacarla y dejar desbordada la locura que duerme dentro nuestro, perder la razón es un común para el enamorado. Resuenan muchos tangos en mi mente y hacen mella solo dos, tanto sabrías sobre la vuelta zorzal? Ver de nuevo las calles de mi barrio me da esa nostalgia que moja mis ojos. Otoño es sin duda la estación ideal para mirar hacia abajo con la capa caída, piso hojas secas que en cada crujido me clavan un puñal en el pecho. Llueve nuevamente, es la señal para llamar a su puerta pero los dedos me tiemblan y el miedo me desgarra, no puedo hacerlo.
Corro ciego bajo el agua de regreso a mi exilio, pensé que sería fuerte pero no soy más que un niño temeroso del castigo. Quizás alguna día tenga valor, pero de momento el humo llenara mis días y su recuerdo mi corazón. Miedo me has ganado nuevamente.