martes, 12 de noviembre de 2013

Castigo y regalo

 
Dicen que nacer es el primer gran trauma del hombre y la primer solución que encontramos para apaciguar nuestro sufrimiento es la alimentación, esa alimentación primaria cedida por quien antes llamábamos casa, y de qué manera nos alimentamos pues es simple todo gracias a la teta.
Sobrevivimos en este mundo en primer instancia gracias a una teta que nos alimenta y nos tranquiliza, ya sé que es un poco violento pensar en que esa teta es la de nuestra madre pero bueno la vida no siempre da buenas noticas, dándonos consuelo y comida. Por eso con el paso del tiempo siempre seguimos buscando una teta que nos de bienestar. Es mas aunque las tetas vienen de a pares siempre hay una preferida, a veces la derecha otras la izquierda, que aunque ya seamos adultos nos hace jugar como niños.
Vivimos a la búsqueda de la teta elegida que nos haga sentir seguros y contenidos, que nos de esa fuerza superadora para enfrentar nuestros miedos ayudándonos a superarnos día a día. Caminamos un largo camino buscando esa teta única, conocemos muchas en el camino que nos dejan su marca y nos llenan de gratos recuerdos, pero al fin y al cabo son pocos los que consiguen encontrarla, suertudos ellos.
Pero la teta también es peligrosa, cuidado, porque la teta mala puede llevarnos a la perdición, una teta que nos hace sufrir pues nos convierte en adictos y el miedo a perderla nos lleva a cometer locuras para no perderla pero que no es más que un falso profeta.
En fin la teta es la parte más necesaria para la sustentación de la humanidad pues sin ellas no habría alegría ni descanso y seguramente también son la base de la cerveza pero bueno eso es para pensarlo en otra oportunidad.

martes, 5 de noviembre de 2013

Zombie


Siempre estamos buscando ese juguete perdido que algún día nos hiso feliz, tratando de atarnos a la idea de que todo pasado fue mejor para olvidar la realidad de que el futuro es desconcertante. Mañana, el mes entrante, el año que viene. Son todas proyecciones de lo que podrá ser y las cargamos de esperanzas de que sean como ya una vez fueron, eludiendo todo mal y dejándonos con ese sabor de lo conocido. Pero porque temerle a lo que vendrá cuando no es más que la repetición compulsiva de nuestros errores, esos que juramos cambiar.

Siempre todo pasado fue mejor. Con esa pequeña frase quizás lidiamos de manera más simple con la triste realidad de que nos da miedo aceptar nuestros errores, la imposibilidad de cambiarlos siguiendo así siempre en un círculo de negación. Aceptemos que el pasado es solo eso y los juguetes nuevos son aterradores pero necesarios de otra manera nos exponemos a anclarnos en un punto dejando nuestras vidas atadas a lo que debe ser.

Trabajar, casarse, reproducirse y seguir el curso “normal” de la vida todo eso es lo que nos dicen que debe ser el pasado para cuando estemos en las puertas de la muerte. Pero donde quedo lo de hacer eso que soñamos, esas cosas que cuando chico deseábamos para el futuro. Todo queda apisonado por la fuerza de lo que se debe ser y por eso recordamos que todo pasado fue mejor, la máxima justificación para ser lo que se espera y no lo que algún día soñamos.