martes, 5 de noviembre de 2013

Zombie


Siempre estamos buscando ese juguete perdido que algún día nos hiso feliz, tratando de atarnos a la idea de que todo pasado fue mejor para olvidar la realidad de que el futuro es desconcertante. Mañana, el mes entrante, el año que viene. Son todas proyecciones de lo que podrá ser y las cargamos de esperanzas de que sean como ya una vez fueron, eludiendo todo mal y dejándonos con ese sabor de lo conocido. Pero porque temerle a lo que vendrá cuando no es más que la repetición compulsiva de nuestros errores, esos que juramos cambiar.

Siempre todo pasado fue mejor. Con esa pequeña frase quizás lidiamos de manera más simple con la triste realidad de que nos da miedo aceptar nuestros errores, la imposibilidad de cambiarlos siguiendo así siempre en un círculo de negación. Aceptemos que el pasado es solo eso y los juguetes nuevos son aterradores pero necesarios de otra manera nos exponemos a anclarnos en un punto dejando nuestras vidas atadas a lo que debe ser.

Trabajar, casarse, reproducirse y seguir el curso “normal” de la vida todo eso es lo que nos dicen que debe ser el pasado para cuando estemos en las puertas de la muerte. Pero donde quedo lo de hacer eso que soñamos, esas cosas que cuando chico deseábamos para el futuro. Todo queda apisonado por la fuerza de lo que se debe ser y por eso recordamos que todo pasado fue mejor, la máxima justificación para ser lo que se espera y no lo que algún día soñamos.
 

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