domingo, 22 de mayo de 2011

Tirano

Otro eterno momento más solo sirve para recordarme el por qué antes era feliz, no nací para el bienestar y mucho menos para la comprensión. Mi realidad duerme en el exilio, alejado de toda vida y sumido en mi caos de alborotadas ideas.

Día, tardes y noches no despiertan en mí esas emociones que descansan en los corazones de aquellos que son, pues no soy ni nunca fui. Un suspiro del invierno mueve hojas y mi aliento cansado de tabaco inmaculado no alcanza ni para empañar esa ventana que mira hacia el interior de mí ser de máscaras de teatro.

Aleteando en las sombras de ilusiones de antaño esa fiera asecha, cautelosa, el momento para atacar, devorando así todo aquello que una vez se conoció como alegría y transformándolo en el derroche de los dioses.

Pericles me han llamado mis padres y de mi nombre no reniego. Odio a los dioses por en quien me transformaron, Zeus que con tu rayo maldito me condenaste juro que no descansare hasta que te quite del conocimiento de los mortales y descanses derrotado solo en mi simple recuerdo.


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