
Ya es inaplazable, hoy es el día en que dejare atrás todo, por fin podre liberarme de tanto dolor y abrazar esa calma que con tantas ansias espero. Voy de camino a la habitación, cada paso es eterno a sabiendas de que soy plenamente conciente de lo que estoy por hacer.
En el cajón de mi mesa de noche descansa tranquilamente mi revolver, es solo una pequeña fracción de tiempo lo que me tomara empuñarlo y utilizarlo. Pero no, no mereces que sea tan rápido e indoloro, voy a utilizar mis manos. Con ellas hare el trabajo de desaparecerte de este plano. Te veo ahí, acostada totalmente indiferente de tus crímenes, descansando en paz, en esa paz que vos de entre todos los humanos mereces menos que nadie.
Sutilmente pero con firmeza mis dedos envuelven tu cuello casi como una caricia. Tus ojos se abren de repente, se encuentran con los míos pero notas rápidamente que mi mirada no es la de siempre y poco a poco comienzo a leer tu pedido de clemencia. Siento tus latidos en mis manos, rápidos al principio pero poco a poco comienzan a agotarse, tu luz comienza a desvanecerse en mis manos y no puedo más que sonriera.
Dejas de moverte, ya no insistís con tus débiles intentos de huida. Ya está hecho, nunca más vas a poder gritarme recordándome cuan idiota soy y menos aún recordarme los miserable de mi vida en todo momento. Es el fin, tu fin y ahora comienza mi principio. Eh nacido nuevamente a partir de tu muerte, como buena mujer das vida. Te odio por hacerme odiarme pero más aún por haberme enamorado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario